miércoles, 11 de julio de 2012

RIMAS. Gustavo Adolfo Bécquer.



RIMA VII

Del salón en el ángulo oscuro, 
de su dueña tal vez olvidada, 
silenciosa y cubierta de polvo 
        veíase el arpa.


¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas, 
como el pájaro duerme en las ramas, 
esperando la mano de nieve 
 que sabe arrancarlas!


—¡Ay! —pensé—; ¡cuántas veces el genio 
así duerme en el fondo del alma, 
y una voz, como Lázaro, espera 
que le diga: «¡Levántate y anda!».


RIMA LXIX


Al brillar un relámpago nacemos, 
y aún dura su fulgor cuando morimos; 
¡tan corto es el vivir!


La Gloria y el Amor tras que corremos 
sombras de un sueño son que perseguimos; 
¡despertar es morir!





RIMA LII


 Olas gigantes que os rompéis bramando 
en las playas desiertas y remotas, 
envuelto entre la sábana de espumas, 
        ¡llevadme con vosotras!


  Ráfagas de huracán que arrebatáis 
del alto bosque las marchitas hojas, 
arrastrado en el ciego torbellino, 
        ¡llevadme con vosotras!


  Nube de tempestad que rompe el rayo 
y en fuego ornáis las sangrientas orlas, 
arrebatado entre la niebla oscura, 
        ¡llevadme con vosotras!.


  Llevadme, por piedad, a donde el vértigo 
con la razón me arranque la memoria. 
¡Por piedad! ¡Tengo miedo de quedarme 
        con mi dolor a solas!.




Gustavo Adolfo Bécquer





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